RECORRIDO DE SENDERISMO EDUCATIVO, CIENTÍFICO Y CULTURAL
Recorrí varias veces la Ruta del Hongo en el otoño de 2022, buscando la presencia de líquenes que fueran visibles a simple vista desde los senderos y la explicación del porqué están aquí y no en la ciudad.
Tanto fue mi entusiasmo, que salí a recorrer cerros cercanos de similares características de la cordillera de la Costa y me encontré con muchos líquenes que aquí no están y que seguramente estuvieron en el pasado.
Durante las exploraciones, extraje delicadamente pequeñas muestras de las formaciones liquénicas contiguas a la Ruta, respetando los protocolos y recomendaciones técnicas en la materia. Las envié para su estudio en laboratorio a la doctora Iris Pereira, una distinguida especialista chilena en líquenes, para que determinara de qué especies se trataba y cuáles son sus características.
Resultado de esta investigación, de mis lecturas y anotaciones, preparé este libro para acompañar tu caminata, compartiendo nuestros hallazgos y reflexiones, el que previo a su edición fue revisado por la citada doctora.
Solo me anima despertar tu curiosidad e interés por estos organismos tan singulares, sorprenderte con sus estrategias de sobrevivencia y reproducción, y hacerlos parte de tu atención cuando conozcas Chile caminando.
La estudiosa de los líquenes
Por su forma y aspecto, aparentaba ser un liquen, pero no lo era.
Se trataba de un hongo de aspecto crustáceo, estábamos en esta ladera de exposición oriente, recubierta de matorral y herbáceas, con presencia de hojarasca y chips de madera, a 690 metros de altura.
Entre la vegetación circundante, se reconocen ejemplares de palqui, pimiento, aromo y distintas variedades de ortiga.
Las distintas especies de líquenes son muy difíciles de distinguir a simple vista.
Se deben analizar datos morfológicos, químicos y de genética molecular para identificar de qué especie se trata.
Se estima que los líquenes representan el 8% de la flora vegetal a nivel mundial.
Se desconoce el número real de especies, debido a que son muy pocas las personas que se dedican a su estudio.
Aunque cada año se describen varios cientos de nuevas especies.
En un sitio web desarrollado por el Servicio Nacional de Geología y Minería se revela la historia geológica del cerro, del cual extraemos algunos pasajes que nos ilumina la lectura de esta formación rocosa.
Gran parte del cerro San Cristóbal y del frente cordillerano andino de Santiago corresponde a rocas volcánicas de entre 28 y 23 millones de años de antigüedad.
En ese extenso período, erupciones violentas y explosivas arrojaban nubes ardientes de cenizas, gases y pedazos de roca que se depositaban en la gran depresión ubicada al este de la antigua cordillera de la Costa, en lo que es hoy el valle de Santiago.
El volcanismo se reactivó nuevamente en los comienzos de la época del Mioceno, entre los 22 y 20 millones de años atrás, depositando sus productos sobre las rocas de la formación anterior.
Desde entonces, los sucesivos procesos de alzamiento y desgaste de las rocas apenas nos dejan ver en el presente las señales de lo que podríamos llamar “las raíces” de esos volcanes tan antiguos.
La elevada pared rocosa que tenemos al frente, corresponde a una de estas raíces volcánicas, de formas similares a las que se observan en el cerro Santa Lucía.
Se trata de rocas intrusivas, formadas a partir del enfriamiento del magma bajo el volcán, ya sea en su cámara o en conductos alimentadores que en su momento no alcanzaron a llegar a la superficie.
Se nos aparece una particular y llamativa forma, conocida como disyunción columnar, generada durante el enfriamiento del magma que permaneció durante milenios bajo la superficie hasta emerger producto del desgaste de las rocas que sostenía.
Y arriba a la izquierda de las formas columnares, nos da una calurosa bienvenida al mundo de los líquenes, estos mudos testigos de las transformaciones del cerro realizadas durante el efímero período de la influencia humana.
Hermosos líquenes en tonalidades anaranjadas y verdosas, decorando y utilizando como sustrato para vivir al gran murallón de roca, ubicado en una de las antecumbres del cerro San Cristóbal.
Se trata de especies que desarrollan estrategias para vivir de cara al sol, y protegerse de las radiaciones UV y las altas temperaturas.
Ya de bajada por nuestra Ruta del Hongo, a pocos metros de ingresar al sendero del Zorro Vidal, vemos cómo ignoramos el valor de los líquenes.
Lamentable, pero cierto. Las marcas grafiteras tampoco tienen compasión con estos seres vivos y sintientes.
Los líquenes se caracterizan por ser organismos simbióticos, constituidos por un hongo (micobionte) y un alga o cinobacteria (fotobionte), las que son capaces de llevar a cabo la fotosíntesis.
Las algas, que están en simbiosis con el hongo para constituir un liquen, entregan azúcar para que el hongo pueda desarrollar el metabolismo secundario.
Una verdadera colaboración donde todos los integrantes resultan beneficiados
La existencia de los líquenes dependen mucho de la humedad ambiental. Si la temperatura sube y la humedad baja, se afecta el proceso de fotosíntesis. Esto hace que los líquenes sean de crecimiento muy lento.
En general los líquenes son perennes, aunque algunos tienen una vida mas pasajera, derivada de los trastornos que sufre el ambiente que los rodea.
Entre la vegetación circundante asoman pinos radiata, algunos ejemplares de nativos como el quillay e introducidos como el aromo, especie pionera en la reforestación y transformación del cerro.
Recogimos una muestra de Polycauliona candelaria (L) Fröden en esta roca al costado del sendero.
El ejemplar yace sobre un suelo intervenido, medianamente calizo, con presencia de rocas, sedimentado y desprovisto de vegetación en su cubierta.
Aparte de ser organismos simbióticos, los líquenes son también fotosintéticos y fijadores de carbono.
Todo esto, debido a la presencia de los fotobiontes, independientemente que en la mayoría de los líquenes predomine el componente fúngico, que no fotosintetiza.
Caminando por este suelo calizo, rojizo y algo arcilloso, por una ladera de exposición norte donde predomina el matorral esclerófilo en sus orillas, la mayoría de la especies arbóreas y arbustivas dan evidentes señales de sequedad.
Individuos de huingán comparten con pino radiata en el entorno.
Los líquenes pueden colonizar ambientes extremos y vivir en distintos tipos de sustratos, tales como cortezas de árbol, suelos, rocas u hojas.
Sin embargo, todos los hallazgos de líquenes a lo largo de la Ruta, fueron de especies que viven en roca.
Son los llamados líquenes saxícolas.
Una sola muestra de liquen, en este caso un trozo de roca, puede contener mas de una especie.
Por eso es muy importante utilizar instrumentos como una lupa de mano, para la observación y posterior recolección de la muestra en terreno.
Al ampliar la visión, aparecen formas apenas distinguibles en esta mancha multicolor, como lo es Placidium squamulosum (Ach.) Breuss, una especie cosmopolita, resiliente frente a la contaminación del aire, que crece en zonas soleadas y despejadas.
A los pocos pasos pasado el gran mirador, junto al talud que tenemos a mano izquierda, nos topamos con una sorpresa a comienzos del invierno.
Junto al camino, un pequeño parche de ladera lleno de dedales de oro, como si estuviéramos comenzando la primavera.
Sobre fragmentos de roca meteorizada encontramos un líquen muy común en algunas montañas calcáreas, formando manchas blancas sobre la roca, que fácilmente pueden confundirse con pintura.
Se trata de Aspicilia sp. una especie que se adhiere muy bien a la roca, y que exhibe otras estructuras parecidas a puntos o pequeños círculos. A esta forma de líquenes, se les llama Crustáceos.
En el mismo punto de estudio, encontramos la presencia de otra especie.
También posee una forma crustácea, sin embargo su nombre es Buellia sp.
Se trata de una especie cosmopolita, que forma verdaderos mosaicos sobre la roca.
A los pocos metros hallamos un tercer ejemplar, esta vez de Protoparmeliopsis muralis, una especie que se utiliza como bioindicador para medir la contaminación ambiental de un territorio.
Los líquenes no solo deben estudiarse por ser los colonizadores pioneros de los ecosistema o los grandes formadores de suelos, sino también para entender y medir las fluctuaciones del ambiente.
Más dedales de oro en otoño y suelos de color oscuro.
Señales de suelos fértiles, ricos en nutrientes, que las plantas lo pueden asimilar fácilmente para su óptimo desarrollo.
Nos encontramos nuevamente con dos conocidas y de formas crustáceas, completamente adheridas a la roca.
Durante el recorrido, solo hemos registrado formas liquénicas adheridas a rocas y nos llama la atención la ausencia de otras formas que presentan los líquenes en la naturaleza.
Están también las formas fruticulosas, que crecen principalmente sobre troncos de árboles y parecen pequeñas plantitas o ramitas en si misma.
En nuestra Ruta del Hongo no encontramos líquenes en cortezas de árboles, como sí fotografiamos este ejemplar cerca de aquí, en el portezuelo de la cuesta Barriga, en similares latitud, altura sobre el nivel del mar y exposición de laderas al sol.
En el mismo lugar, sobre esta cubierta alargada y de color verdoso, que corresponde al talo de un liquen, se alojan pequeñas estructuras similares a unas copitas, que corresponden a sus estructuras reproductivas.
La ausencia de líquenes de corteza en el cerro San Cristóbal es un muy probable efecto de la mayor contaminación del aire al que están expuestas sus laderas.
Otra forma muy común, propia del sur de Chile, es las que poseen los líquenes foliosos, que asemejan a un ramillete de arbustos en miniatura.
Se encuentran adheridos levemente a su sustrato, a diferencia de la estrecha relación que establecen los líquenes de roca con la forma crustácea que hemos visto.
En una ladera cercana a una formación vegetacional nativa, nos encontramos con la presencia de Lecanora argentea Oksner & Volkora.
Este ejemplar nos muestra un talo crustáceo habitando en roca, que nos invita a observar sus formas y colores.
El talo corresponde al cuerpo que poseen los líquenes. Allí donde se generan las variedades de sus estructuras vegetativas y reproductivas. En este caso se muestra granuloso y de color blanco.
Los discos negros en esta especie son sus apotecios, las estructuras reproductivas donde internamente se producen las esporas.
Al madurar las esporas, se liberan de estas estructuras y se dispersan a los distintos sustratos disponibles para germinar y poder encontrar su compañero fotosintético, y así formar un nuevo liquen.
Bajo condiciones adversas como lo son los ambientes contaminados, los líquenes desarrollan una serie de estrategias ecológicas para sobrevivir.
Entre otras, modifican sus patrones reproductivos, privilegiando la reproducción sexual por esporas.
En la misma ladera encontramos a Cetrariella commixta (Nyl.) A.Thell & Kärnefelt.
Posee un talo folioso, formando rosetas de tonalidades pardas a negruzca.
El color esta dado por la presencia de algunos pigmentos.
Sobre una ladera escarpada, entre rocas medianamente calizas, y rodeado de un paisaje vegetacional con predominio de matorral esclerófilo y abundancia de espinos, nos encontramos un colorido ejemplar de liquen.
Se trata de Psora icterica (Mont.) Muüll. Arg.
¿Cómo llegamos a reconocer el nombre de una especie de liquen?
Antes de colectar una muestra para el análisis en el laboratorio, observamos muy bien el entorno y la vegetación circundante, descifrando los componentes del paisaje que la rodea.
La muestra debe contener en lo posible, la mayor cantidad de estructuras reproductivas y vegetativas que permitan identificar la especie en cuestión.
La colecta es una acción necesaria para el proceso de muestreo. Este ejercicio se realiza utilizando herramientas y protocolos mundiales estandarizados de responsabilidad con el entorno.
Una vez colectadas las muestras, las compartimos con la doctora Iris Pereira, para el análisis especializado en la determinación de los taxones.
Observándolas bajo la lupa y el microscopio, y tras realizar una exhaustiva observación de las estructuras de cada muestra, pudo identificar las especies que les presento en este libro.
Casi al terminar la bajada por el sendero del Zorro Vidal, en el talud de una ladera escarpada con exposición poniente, entre una vegetación esclerófila con ejemplares de espinos en regular estado, con daños estructurales por la exposición y erosión de sus raíces.
Nos encontramos nuevamente con un ejemplar de esta especie, de talo blanco y lobulado por los contornos, en cuya zona central se concentran los apotecios de color pardo claro verdoso.
Esta especie se ha utilizado como un bioindicador para evaluar la contaminación ambiental por Dióxido de azufre (SO2) en zonas urbanas e industriales.
Los contaminantes atmosféricos afectan los procesos vitales de los líquenes. Tanto para la respiración del componente de hongo como el del alga y su fotosíntesis.
La desaparición de los líquenes, junto a la de los musgos, es la mejor voz de alerta de la contaminación ambiental en un determinado lugar.
Velar por su salud es también preocuparnos por la nuestra.
-¡Qué variedad de especies coexisten en este lugar!- me comentaba sorprendido Claudio Álvarez, un experto en flora y vegetación que nos acompañó a recorrer la Ruta.
-Al caminar por este recorrido con forma de caracol en que se suceden y alternan paisajes tan opuestos. Mientras unos son frondosos, otros enfrentan condiciones muy hostiles.
Años atrás, una estudiosa y gran conocedora de la vegetación del Cerro San Cristóbal, Marlibe de la Fuente, me comentó que este gran pulmón verde para la ciudad de Santiago, corresponde a un ecosistema de bosque esclerófilo mixto muy singular, donde cohabita una gran diversidad de especies de la zona mediterránea del Chile central y donde se acoge a numerosas especies venidas de otras ecorregiones.
Divagaba y caminaba, pensando en las diferentes formaciones vegetacionales del recorrido, sin esperar encontrar más líquenes, dado que estamos a una altura tan próxima a la ciudad, hasta que nos sorprendimos con una vieja conocida, disfrutando de un ambiente vegetacional muy diferente a los anteriores.
Entre las rocas, hallamos nuevamente a Polycaulonia candelaria (L) Frödén, especie que la hemos reconocido en escenarios muy opuestos en términos de vegetación y exposición de laderas durante el recorrido. Y muy distantes unos de otros.
¿Te imaginas cómo será el mapa de distribución de esta especie en el cerro?
Aisladas en unos pocos rincones, muy alejadas unas de otras, subsistiendo en unas pequeñas colonias.
¿Desarrollándose o extinguiéndose?
Como despedida no quisiera dejar de comentarte que la moneda de 2 euros emitida en Finlandia tiene como tema un liquen del género Usnea, que en el sur de Chile se lo conoce como “barba de viejo”. Este habita en todo el mundo, colgando de las ramas de los árboles en bosques densos en vegetación.
La viñeta que circunda el ícono del liquen en la moneda finlandesa aparece la leyenda “INVESTIGACIÓN CLIMÁTICA”.
Espero que después de esta caminata y leído este libro, entiendas por qué un simple liquen llegó acuñarse como moneda y a ser el símbolo de la adaptación al cambio climático.